Las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS, por sus siglas en inglés) son un grupo de más de 4.700 agentes químicos sintéticos, ampliamente utilizados en procesos industriales y productos de consumo desde hace décadas, que se acumulan a lo largo del tiempo en el medio ambiente y los seres humanos. Los PFAS son extraordinariamente persistentes (por lo que se conocen como los “químicos eternos”) y pueden provocar problemas de salud.
Una de las eventuales contaminaciones que más inquieta a los expertos es la que podría afectar al agua de consumo humano. Por ello, la reciente normativa obliga a las entidades suministradoras a vigilar la presencia de PFAS en el agua. Afortunadamente, según los resultados de las analíticas de las muestras tomadas a la salida de la estación potabilizadora de Petritegi, el agua del sistema Añarbe está libre de PFAS. La ausencia de actividad en el privilegiado entorno natural en el que se encuentra el embalse contribuye a que la calidad del agua del Añarbe sea máxima.
Aunque las muestras de agua se envían por ahora a un laboratorio externo, Aguas del Añarbe se ha equipado ya con los sofisticados equipos necesarios para detectar este tipo de compuestos en el agua con una inversión inicial de cerca de medio millón de euros (a los que hay sumar unos gastos de mantenimiento anual de los equipos de 50.000 €, así como el material fungible, personal, etc.). En los próximos meses está prevista la puesta en servicio de los equipos para lo que es necesario el desarrollo, validación e implantación del correspondiente método de análisis.
Aguas del Añarbe, en consonancia con EurEau (Federación europea de asociaciones nacionales de servicios de aguas) y AEAS (Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento):
- Respalda plenamente la prohibición integral y universal de las PFAS para garantizar que su presencia en el medio ambiente disminuya en las próximas décadas. Es recomendable actuar en el origen del problema y no tratar de solucionarlo después eliminando las PFAS del medio ambiente mediante inversiones multimillonarias.
- Asimismo, aboga firmemente por el principio de quien contamina paga: es preciso incentivar a quienes producen y comercializan sustancias contaminantes para que desarrollen alternativas más seguras. Los consumidores no deben asumir los costes de abordar el daño ambiental, particularmente si se necesitan tratamientos adicionales para garantizar el agua potable.